"Hay millones de personas por ahí
pero,en realidad,
todo se reduce a una sola..." (*),
a esa que nos pasamos la vida buscando
para compartir con ella
todos nuestros sueños,
todos nuestros miedos.
Buscamos primero
a la persona idónea, única,
que nos ayude a liberarnos
de todo ese amor
que lleva tiempo abrasándonos
como si de una tea incandescente
se tratara.
Si, al pasar el tiempo,
la persona idónea no aparece
-algo que suele ser frecuente-
buscamos entonces
a la persona adecuada
para librarnos
de la inmensa carga de la soledad,
la misma que lleva años
aplastándonos el alma
como una pesada losa
húmeda y fría.
Si esa tampoco aparece,
terminamos buscando
a aquella que,
cuando llegue la desgraciada hora
de la decadencia,
sepa abrazarnos con fuerza,
con la misma fuerza
y la misma ternura
que un día ya lejano,
cuando para nosotros comenzaba
a brillar el sol,
nos abrazaron
aquellos otros brazos,los primeros.
Y luego están aquellos que,
cansados de buscar
la verdad y el amor por el mundo,
deciden buscarlo
en el lugar por el que deberían
haber comenzado,
en su propio interior.
Estos son, en definitiva,
los que más suerte tienen:
casi siempre
terminan por encontrarlos.
"La felicidad es interior, no exterior; por tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos" - Henry Van Dyke
(*) Frase de la película "Amor loco/amor prohibido" (2001) de John Stockwell.